Casa Muta

Premio de participación: Premio Nacional
Categoría de participación: Vivienda Unifamiliar
País de representación: Ecuador
Autores:
Arq. Emilio López
Memoria
La Casa Muta se ubica en una zona periférica de la ciudad de Quito: el valle de Nayón. El terreno tiene un ligero desnivel y vistas a la cordillera oriental. La cliente es una madre soltera, que en un primer momento desea un hábitat de seguridad, lo que determinará una envolvente de materialidad fuerte (hormigón armado en muros y losas) que articule y contenga los ambientes integradamente.
Durante la construcción, los cambios de vida de la cliente agencian un siguiente momento: un nuevo hijo viene en camino y un familiar ha perdido su trabajo y no tiene donde vivir (se estima que, entre junio de 2019 y junio de 2021, 801.140 personas pasaron a la inactividad en Ecuador).
Aquí, la arquitectura adopta/crece con nuevos módulos de fácil montaje. Estos se conciben en estructura de metal, y son revestidos de acero corten negro, con carpinterías de ventanas en madera. Estos módulos, dispuestos libremente en el territorio/arquitectura expresan el intersticio, la zona de intercambio, la apertura a lo diferente. En esta concepción, medio y hábitat se confunden, pues la cáscara es el medio que se abre al exterior, y que se transforma en el intercambio con el afuera. Se trata de un poder de acción, más que de adaptación, donde una materialidad frágil posibilita la negociación. Así, el hábitat no se restringe a un medio particular, o individual, sino que se abre a una zona donde se despliega el intercambio, y donde la interacción entre próximos no respeta ninguna frontera ni escala fija. Aquí, hay una influencia retroactiva del habitante con su medio, donde el instalarse en un lugar implica transformarlo, y a su vez, aceptar su propia metamorfosis.
El módulo/capullo representa esta posibilidad de inmersión y mixtura con el medio: el dejarse transformar por lo otro, desde aquella envoltura donde el límite se suspende. Ahí radica la fuerza de cambio, producto de la afectación inmersiva que conlleva repensar nuestra relación con los recursos y con el mundo en el que vivimos.
Inicialmente la casa tiene 80m2 de áreas interiores, y 40m2 de terrazas, que luego se amplía: 15 m2 en planta alta (hacia las terrazas), y 20m2 en un módulo independiente.
En planta baja, la cocina se integra al área social, que puede acoger un dormitorio extra mediante el desplazamiento de una tabiquería móvil. En planta alta, está el dormitorio principal que creció hacia las dos terrazas, y un baño. Dos dobles alturas se ubican en las diagonales de la casa, la primera integrada al área social, y la segunda a la escalera.