Las características de este trabajo requerían tanto simplicidad como planificación. Simplicidad en la arquitectura, de modo que los distintos pabellones se construyeron en distintos momentos y se conectaron entre sí, de modo que al final resultaron un conjunto único y armonioso, todos con el mismo lenguaje. Planificación, para cumplir con un calendario de plazos muy cortos para no perturbar las altas temporadas de uso del condominio. Toda la estructura de madera se fabricó con antelación al inicio de cada una de las obras, y su instalación fue muy rápida. Hemos optado por volúmenes rectangulares muy sencillos de dos plantas con una distancia de 5 metros entre pórticos. Los dos primeros pabellones que se construyeron fueron el gimnasio y la sala de juegos, ambos con pórticos de 12 metros de luz y aleros de 2 metros. El pabellón central, el mayor de ellos, se construyó en último lugar, pero la sensación es que los pabellones más pequeños emergen de él. Los aleros y los balcones son los elementos de conexión entre los pabellones, dando siempre lugar a un contacto ligero y delicado en la transición entre los distintos espacios. El diseño del pabellón central comienza como un gran rectángulo de 18×85 metros con un único techo de arcilla. Un pórtico de madera de 14 metros de envergadura y un balcón en voladizo de 4 metros fue la estructura adoptada para la mayor parte de la cubierta de este bloque. En su parte central se produce una ruptura en la secuencia de pórticos compuestos por grandes paneles de mampostería y piedra, de los que emerge una carpa de estructura de madera alveolar de 10 metros de luz y módulos de 70×70 centímetros, que cubre el vestíbulo de acceso al restaurante y al salón.