En la parroquia rural de Checa, dentro del Distrito Metropolitano de Quito, se emplaza una vivienda de 208m2 en un amplio terreno de 4650 m2. Mediante esto se busca un aislamiento respecto a las construcciones, el ruido y las personas vecinas, de modo que se pueda aprovechar las extraordinarias vistas y elementos naturales de su alrededor sin interferencia. Casa Checa quiere emanar las características de este contexto, como lo son las texturas, colores y calidez de la madera, la firmeza tectónica que proporciona la piedra, y el principio compositivo de movimiento inspirado en la forma natural de las montañas en cuyas faldas se contiene. Se busca diseñar un objeto arquitectónico con todas las cualidades mínimas de una vivienda, pero a la vez funcione como una casa de campo, utilizando s materiales contemporáneos, como el acero. El resto de su materialidad, la madera, piedra, y ladrillo, se entremezclan con el contexto en armonía. A pesar del carácter industrial de algunos de los materiales utilizados, su construcción resultó de un proceso artesanal, realizado con los recursos disponibles, puesto que la ejecución se dio durante la pandemia. Con ello se mezcla igualmente los planteamientos iniciales para el proyecto, en un escenario de encuentro entre la actualidad y la tradición. La estructura de la casa en base a acero y madera, se deja al descubierto y se convierte en un elemento protagonista de la casa. Al mismo tiempo, la estructura de la cubierta y entrepiso realizada en madera, brinda calidez a los distintos espacios de la vivienda. Se conecta la casa con otros espacios complementarios tales como bodegas y garajes, por medio de corredores con columnas de madera, inspirados en la arquitectura vernácula de la sierra. Adicionalmente se busca evitar una invasión radical de lo existente en el terreno, por ello la casa fue diseñada tomando en cuenta la vegetación presente y más bien busca funcionar a su alrededor e interactuando con la misma, sin destruirla o desplazarla. De este modo la vivienda existe como un eje perpendicular al eje vegetal, generando juegos visuales entre los árboles y los espacios. El interior de la residencia se ejecuta desde la necesidad de un ambiente familiar, es decir alrededor de un ámbito social a doble altura, diseñado como espacio de reunión y punto focal de la casa. La altura permite airear e iluminar este ambiente, a la vez que añadir un altillo a manera de habitación y fusionar volumétricamente las diferentes estancias, sin comprometer el confort climático-espacial de ninguna de ellas. Se plantea que en un futuro la vivienda pueda ser ampliada según las necesidades de la familia, pero siempre tomando el área social como punto de partida, pues es el centro de esta casa y donde mejor se observa las cualidades que busca cumplir su partido arquitectónico.