COLEGIO BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Equipamiento
País de representación: Colombia
Autores:
Arq. Eduardo Mejía Martinez
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Arq. Gabriel Romero Villota
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Arq. Carlos Garcia Benitez
Memoria
El colegio Bicentenario de la Independencia cuenta con un área de 13.992 m² donde se forman los niños desde el jardín hasta el doceavo grado en bachillerato, contando con 45 aulas, de las cuales 12 son para primera infancia, 15 para básica primaria; 12 para básica secundaria y seis salones para la formación de media académica, acompañado por una planta de 60 profesores.
El edificio construye una fuerte relación recíproca entre la Institución educativa y la comunidad a la cual pertenece, permitiendo el uso de sus instalaciones al público en general de manera controlada, al definirse como un lugar abierto en el que se disponen en el primer nivel los espacios que pueden ser usados por la comunidad, entre los que se incluyen el auditorio, la biblioteca, el centro integrado de recursos informáticos (CIRE), el patio de formación y el comedor, entendiéndose como un centro comunitario en todo su plano base.
En su exterior el proyecto se conforma por un único volumen, reflejando la estabilidad y solidez que representa el edificio institucional a la comunidad, un hecho urbano firme y permanente en el tiempo, mientras que en su interior el proyecto habla de lo inesperado, lo imprevisto, del descubrimiento y la curiosidad intelectual.
Conformando un paseo multidireccional en el cual los espacios de extensión educativa van articulando los distintos ambientes y niveles, haciendo del recorrido un hecho educativo en sí mismo, concentrando las distintas actividades pedagógicas inherentes al proceso formativo, construyendo ambientes colectivos integrados y en constante fricción entre los múltiples grupos y aulas, en las que se propicia el encuentro e intercambio no solo de los usuarios sino del conocimiento mismo, un escenario propicio para la construcción contemporánea de conocimiento.
El edificio contiene un gran espacio continuo en horizontal y vertical, un lugar amable y caminable, como si de una ciudad sin barreras y fronteras se tratase, un colegio que es una gran aula abierta a estudiantes y ciudadanos. Esta continuidad espacial se consigue implementando un sistema a medios niveles que unen los tres pisos del proyecto, desde el nivel más público en el primer piso hasta la cubierta, los cuales se conectan a través de amplias rampas elípticas de 1.80 de ancho, por las que suben grupos de niños en posición de juego e incluso en bicicleta. De esta manera la rampa se convierte en un elemento característico de la edificación garantizando no solo la movilidad universal sino el desplazamiento por ellas de todos los usuarios del edificio. De la misma manera los puntos fijos de evacuación, articulan un recorrido expedito entre el aulario y las zonas exteriores a las que se abalconan.
Se propende por un lenguaje constructivo austero de alta eficiencia técnica, siendo sostenible por sus bajos costos de mantenimiento, al usar materiales de alta durabilidad. Las fachadas se conforman con quiebrasoles verticales de ladrillo gran formato, estableciendo un dialogo con la arquitectura del contexto Bogotano e igualmente, se ha prescindido de las soluciones de cielos falsos, dejando todas las instalaciones técnicas a la vista.