Corredor Metropolitano Post Covid-19: Centralidades Sanadoras para Barrios Vulnerables En la actualidad, Quito atraviesa por múltiples crisis. Entre estas crisis se encuentran la segregación, el aumento de la pobreza, el deterioro de lo público y diferentes desafíos sanitarios. La Pandemia ocasionada por el COVID-19, no solo reflejó desigualdades estructurales en la capital, sino que las reforzó y agudizó. Analizando las cifras de los barrios que concentraron más casos de COVID-19 en los primeros seis meses de pandemia, se observó una coincidencia con las zonas que tienen mayores índices de pobreza y exclusión en la ciudad. La propuesta consiste en la planificación territorial de una red de centralidades zonales-urbanas que han sido históricamente marginadas y no han contado con una inversión municipal significativa. A través de un Corredor Metropolitano que atraviesa la ciudad de Sur a Norte, se plantea, en primer lugar, integrar a estas centralidades entre sí y con el resto del Distrito Metropolitano. En segundo lugar, se plantea una Intervención urbana-territorial en cada una de las centralidades seleccionadas donde se mejore su espacio público, infraestructura peatonal y equipamientos. Las centralidades a intervenir en una primera fase se seleccionaron de acuerdo a tres indicadores: mayor número de casos de COVID-19, mayores índices de pobreza, y ubicación próxima al Corredor Metropolitano. Se seleccionaron cuatro centralidades del sur de Quito y dos centralidades del norte de Quito, que más se acercaban a estos principios: Guamaní, Quitumbe + Chillogallo, Solanda + San Bartolo, La Magdalena, Calderón y Cotocollao. En cuanto a espacio público, se propone la creación o rehabilitación de parques barriales, plazas, áreas verdes y quebradas. Durante el COVID-19 se comprobó la importancia de estos espacios para el bienestar social, y se evidenció su mala distribución a lo largo de la ciudad, reflejando la falta de espacios públicos en las periferias urbanas. La propuesta también plantea una mejora a nivel de calles vecinales y vías principales en cada centralidad, incluyendo ejes este-oeste transversales al Corredor Metropolitano, y su integración con paradas del Metro de Quito. De esta manera, se prioriza la caminabilidad y el transporte intermodal, dignificando así al peatón y su movilidad. Por último, se propone la creación de diferentes equipamientos en las diferentes centralidades que mejoren el bienestar social y su equitativa distribución, incluyendo equipamientos de salud, educación, cultura, cuidado (guaguas centros, adultos mayores), y vivienda. Así, esta propuesta de red de centralidades urbanas-zonales integradas por el Corredor Metropolitano se convierte en una clave para sanar a Quito.