El proyecto Cuadrilla articula y recupera un espacio preexistente con una memoria colectiva reposada en los oficios y actividades que en el lugar suceden. Se emplaza en un lugar de Bogotá donde la actividad artesanal se concentra y ha mantenido su actividad a lo largo de los años. Se plantea un espacio capaz condensar una serie de actividades que permiten la reconciliación e intercambio de aprendizajes que llevan a la estructuración de una colectividad a través de un pensamiento material, pero también desde un entorno y su aprendizaje colectivo. Así, se indaga sobre los caminos holísticos entre los oficios y las artesanías; desde talleres de carpintería, metalmecánica, cerámica, serigrafía y textiles, hasta actividades como prototipado 3d. Se plantea entonces la recuperación de una bodega a través de un programa que entiende los oficios desde la concepción de ideas hasta la materialización de estas; se indagan alternativas de habitar el espacio a través de las distintas condiciones que cada taller suscita. Así, se configura entonces un volumen constituido por una serie de entrepisos dislocados entre sí con la capacidad de generar una constante relación vertical entre las distintas etapas de creación: un tercer piso entendido desde el mundo de las ideas hasta un primer piso desde la ejecución y materialización. Un volumen donde sucede toda la actividad y se reconcilia a partir de una mayor utilización del vacío dado. Los oficios desarrollados en el proyecto se disponen a lo largo de un eje central que permite la existencia de actividades de permanencia y es allí donde las dinámicas se cohesionan y se condensan. Ahora bien, el proyecto se complementa a partir de la indeterminación de espacios, pues es su colonización la cual potencializa y permite generar espacios de creación y concepción de ideas. Es desde aquella colonización donde se sugestiona la interacción y reconocimiento de distintos actores. De esta manera, el proyecto de estructura a partir de “habitáculos” dados por una retícula metálica regular y un mobiliario disgregado y descentralizado dispuesto a lo largo de todo el espacio, entendiendo así el vacío como aquel espacio necesario para la unificación y atracción entre actividades. Es desde la capacidad de aquellos habitáculos donde se logra aquella colonización y permiten la libre y múltiple circulación por el proyecto, generando así una mayor posibilidad de interacción entre individuos y aprendizajes. De la misma manera, el proyecto busca entender la reconciliación de un mundo industrial reclamado por lo natural expresado bajo la acción de sembrar, pues en cada una de las articulaciones de la retícula, reposan una serie de elementos vegetales sembrados por usuarios del espacio. Elementos que entienden su condición exógena a aquel mundo tecnificado y logran visibilizar contactos posibles entre dos mundos aparentemente distantes y simultáneamente, apropiar el espacio desde actos que serán remanentes en el tiempo. Estos, regulados a su vez por un sistema de riego extendido a lo largo de toda la retícula que permite la reutilización y autosuficiencia de la vegetación en el entorno, manteniendo así su presencia en el tiempo.