Cuando entrecerramos los ojos, vemos otras cosas. Las pestañas enmarcan el paisaje, la mirada se aguza, nos detenemos en los detalles. La vivienda horizonte está constituida por una premisa de tablero de ta-te-ti. 9 módulos que se unen/separan según necesidad y dos planos horizontales que hacen de techo o piso según el lugar que ocupemos. La construcción se acomoda en un cerro con vistas al lago Ypacaraí, en el lugar donde cae la tarde. El paisaje la roza apenas y un espejo de agua genera la ilusión de un cielo que no acaba. Por dentro la comunicación fluye o se interrumpe con planos de vidrio que modulan el movimiento. El silencio y la calma se respiran en una locación privilegiada donde el viento mueve los altos pastos acariciando esta caja de serenidad. La vista se democratiza, es de todos; no nos apropiamos de esta, solo la admiramos juntos.