La vivienda Ladera se apoya en uno de los tantos cerros que rodean la ciudad de San Bernardino. La superficie construida se despliega sobre el terreno con la intención de modificarlo mínimamente.
Con un plano de base inclinada de más de 30 grados la casa se entreteje en árboles nativos en 3 niveles. Superior e inferior para dormitorios y el del medio para el área social.
La mirada al lago se detiene en un gran espejo de agua que diluye el horizonte.
La trama está organizada por vigas de 3 metros de eje, 3 metros de módulo y 1,5 metros de sub módulo. El hormigón crudo revela su fortaleza y el metal acompaña ese discurso consolidando una estructura sólida que sin embargo casi transparente en un bosque natural que la atraviesa.
El respeto por el lugar como premisa, donde el verde domina y define la arquitectura. No podemos competir con la perfección y la belleza de la naturaleza, solo podemos enmarcarla y contemplarla.