Terraza San Lorenzo
Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Arquitectura Mínima y Otra Arquitectura
País de representación: Argentina
Autores:
Arq. Flavia Catalina Lombardo
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Arq. Eduardo Naval Soria
Memoria
La pandemia de COVID 19 nos ha obligado a estar en nuestras casas durante semanas, quizás meses, saliendo lo mínimo indispensable. A muchos de nosotros la situación ha puesto en crisis nuestra calidad de vida, comprobando que las dimensiones, los usos y las características de nuestra casas no siempre responden a las nuevas necesidades producto de la pandemia y que a veces ni siquiera lo hacían a aquellas necesidades previas, pero que se veían disimuladas detrás del poco tiempo que pasábamos en ellas.
En este periodo también hemos tenido tiempo para accionar sobre aquellos cambios que queríamos para nuestras vidas, intentando sacar provecho de aquello que nos ha puesto en crisis. Por eso ese lugar olvidado que hemos tenido durante años le hemos dado un gran valor, en estos meses hemos mejorado el jardín, arreglamos la mesa rota del patio, barrimos el balcón y la bicicleta oxidada la cambiamos por unas plantas, la mesita y unas luces. Solo con unos simples gestos fundamentales hemos transformado lo que teníamos como descarte en algo duradero.
Este pequeño departamento en el medio de San Miguel de Tucumán, como tantos otros en medio de tantas otras ciudades, tiene sobre su cabeza una gran oportunidad. Se encuentra en el último piso de un edificio de tres niveles y encima solo la losa con los tanques de agua, un espacio de la mitad de la superficie del departamento que nadie usa más que para mantenimiento un par de veces al año.
El proyecto trata de maximizar los pocos recursos con los que contábamos e intenta resolver el problema en un tiempo acotado permitiéndonos dar una solución rápida a la falta de espacio en un contexto de encierro.
La intervención se resuelve haciendo un hueco en el techo del balcón para pasar una escalera que permitiese la conexión entre los dos niveles. En el nivel superior colocamos una tarima como pavimento que determina una zona de uso y al mismo tiempo protege la losa existente. Con solo esos dos gestos fundamentales, transformamos esa losa de los tanques de agua en una terraza donde expandir los usos de ese departamento.
Para la estructura de la tarima hemos diseñado tres grandes bastidores metálicos con listones de madera atornillados a la estructura y separados entre ellos para que el agua no quede en su superficie. En el taller fabricamos los módulos para el montaje en obra, minimizando así los tiempos de trabajo in situ.
Para el hueco que conecta la planta del departamento con el nivel de la terraza, hicimos un estudio en conjunto con nuestro equipo de ingenieros donde desarrollamos un elemento metálico a modo de bastidor empotrado de tal manera a la losa que permita distribuir los esfuerzos y las cargas sin perder seguridad estructural. A ese marco le soldamos una puerta tipo esclusa y una baranda metálica por encima del nivel del balcón. El proyecto se completa con una simple escalera metálica tipo marinera que conecta los dos niveles.